domingo, 11 de septiembre de 2011

Reflexiones de domingo de limpieza

Un domingo común y corriente en el que uno se levanta con ganas de hacer. Ponerse ropa de campaña agarrar una escoba y una pala. Salir y empezar a hacer la limpieza ante los comentarios de hubiera avisado vecino que va a estar de minga para que dé limpiando también el frente de mi casa.

Mientras iba limpiando muchas cosas se me ocurrieron, por ejemplo:

- Uno puede acostumbrarse tanto a ver las cosas tal como están que hasta me sorprendió descubrir que bajo toda la basura que se había acumulado y las plantas que ya habían crecido (sí, así de sucia estaba la entrada) hay un filo, osea el lugar donde la vereda se interseca con la pared de piedra de la entrada.

- En la misma línea, al haber tanta basura en las calles de mi barrio da hasta un poco de vergüenza el darse cuenta que uno ya como que lo da por hecho, como si fuera normal. Al barrer el frente de mi casa veo todo bonito y limpio y regreso a ver y todo lo demás se nota tan sucio. Y es como si a nadie más le importara.

- Es sencillo dedicarse a hacer este tipo de tareas y es muy gratificante.

- Cuando una persona empieza a limpiar el resto ya considera también la idea. Hoy no pasó eso, pero la vez anterior sí, varios salieron al mismo tiempo a limpiar, fue bueno.

- Si se forma un hábito alrededor de esta actividad, el trabajo a realizarse va a ser menos forzoso pero igual de gratificante.

- Bajo todo el pavimento y el cemento, bajo toda la ciudad, hay un mundo vivo, vida que no se detiene, que no se puede frenar, y sorprende ver cómo una planta que se ve tan frágil va poco a poco abriéndose paso en medio de toda esa cubierta que hemos creado para darnos más comodidad, la vida está ahí, a cada paso.

- Compartir estas actividades con la familia hace que toda sea aún más divertido.

Reflexiones sencillas a partir de actividades sencillas.

Eso no más.