Continuando con los posts provocados por mi momentánea estadía en Lima Perú. Gracias a este viaje me he dado cuenta de que vivo en verdad paranoico, sicoseado por la inseguridad que se percibe en mi Quito natal, especialmente en mi barrio sureño conocido como Chillogallo, y es la percepción, ¿es solo eso? el asalto al local que tenemos con mi familia no fue un rumor, fue real. Hay muchos comentarios de lo peligroso que está todo Quito, y mucha gente culpa al gobierno, otros culpan a los extranjeros que llegan al país y por ende culpan también al gobierno. Este proceso de inseguridad se ha venido fraguando por años, no es cuestión de un momento, no es cuestión de decir metamos más policías o armémonos todos para luchar contra el delincuencia. Pero la propuesta de soluciones no es el objetivo de este post.
He vivido ya tanto en ese ambiente de peligrosidad que uno se acostumbra... osea se vuelve normal, y qué mal que así sea, que hayan asaltos, que tengas que andar con cuidado por todo lado, y eso lo vi mucho más claro ahora que estoy en este barrio donde la gente camina sin miedo, hasta altas horas de la noche como si nada pasara, y uno el primer día salía con la costumbre de sentirse perseguido y te das cuenta que en verdad vives con el temor de que te hagan daño. Pero sales porque ves que todos salen. Sales y miras que en verdad no se tiene mucho que temer, que vienes de un lugar que si tiene una diferencia. Te das cuenta de la sicosis, te das cuenta de que es más cómodo no vivir con esa sicosis. Te das cuenta de que lo normal y lo natural es que no tengas miedo, que salgas sin preocuparte de nada, y te acostumbras fácilmente.
Mi estadía por acá es breve y sería mejor no acostumbrarse tanto, no perder la práctica de caminar mirando que nadie te siga, mirando que los que vienen no sean sospechosos, esa habilidad de detectar el peligro es necesaria, lastimosamente, y por el momento es mejor no perderla.
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