Voy a lavarme las manos en el baño de la oficina. Entro y miro el cartelito recordándome que hay que cuidar el agua. Me lavo rápidamente para no gastar mucha pero sin olvidar que debo lavarme bien las manos para disminuir las posibilidades de contagiarme de gripe A. Mientras agito mis manos para quitar el exceso de agua y secarlas miro que hay papel toalla y un secador eléctrico. En el dispensador de papel toalla hay un cartelito que dice "Usa solo el papel que necesites, el planeta te lo agradecerá" o algo así. Me dispongo a usar el secador eléctrico y veo otro cartelito que dice: "No olvides que estamos en campaña de ahorro de energía". Sin saber qué hacer y a quién hacer caso sigo agitando mis manos que están ya casi secas. Las paso por mi cabello, toalla improvisada, y me doy cuenta que en verdad no necesito ni el papel toalla ni el secador eléctrico. Salgo y sigo trabajando, al fin de cuentas ya me tocará regresar a lavarme las manos en algún momento y ya tengo un dilema menos por resolver.
El viejo método.
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