Sales a la calle y ves que todo el mundo está cumpliendo al pie de la letra la ordenanza municipal que dicta que todas las casas deben tener un basurero que dé a la calle. Lo que al inicio parecía una exageración ha dado sus frutos.
Luego de una campaña poco exitosa por concienciar a la gente en la que se decía que la ciudad es tu casa y que en tu casa no te gustaría que la gente bote basura en cualquier lugar se optó por una estrategia más directa y persuasiva.
En televisión y en grandes pancartas aparece el slogan de la campaña: El que bota basura en la calle es GIL.
Desde su lanzamiento la campaña no tardó en tener éxito. Luego de un estudio exhaustivo se llegó a la conclusión de que gente puede aceptar que le digan de cualquier manera menos GIL y AHUEVADO. Se optó por la palabra GIL pues al ser más corta iba a ser más fácil de retener. Además así no se afectaba al gran porcentaje de la población que tiene cabeza con forma de huevo. La reacción por parte de las personas de apellido Gil no se hizo esperar, el usar su apellido a manera de insulto no les causó gracia, lamentablemente como eran tan pocos su petición no procedió y el slogan se mantuvo tal cual.
La frase fue tan pegajosa que pronto formó parte de la cotidianidad de las personas, cuando veían a alguien botando basura se la gritaban desde las casas, autos y en fin de todo lado - "Oye no seas GIL" - se hizo una de las frases más escuchadas en las calles. A punta de insultos la gente empezó a acostumbrarse a no botar basura, no querían ser los giles del barrio. Adicionalmente se empezaron a pasar filmaciones caseras de personas que enviaban a gente captada botando basura en la calle para que todo el mundo los vea, todos los días a las 8 de la noche era la hora del sucio GIL en la que todos los videos eran presentados por TV, dejando en ridículo a cientos y cientos de personas. Pronto por el miedo a quedar en ridículo la gente empezó a guardar las envolturas de caramelos en sus bolsillos, ya no botaban las bolsas de salchipapas llenas de mayonesa al piso, cascaras de naranja y otras frutas ya no eran cosa de todos los días en las calles.
Este fenómeno produjo un efecto paralelo, la infraestructura basurerística de la ciudad no abarcaba la gran cantidad de desechos que la gente producía por lo que se produjo la ordenanza que dictaba que todos los hogares debían tener un basurero en la puerta para que cualquier persona que pase por ahí pueda botar sus desechos. Contra todo pronóstico la idea resultó, con tanto basurero a la mano la gente simplemente no tenía pretexto de no botar la basura en su lugar, y al haber tantos tampoco había sobrecarga en ninguno.
Sales a la calle y ves que todo está muy limpio, hasta gusto da. El alcalde en su rueda de prensa dice - Ha sido cuestión de un poquito de violencia verbal y de una idea que al inicio parecía descabellada para que la cuidad se vea limpia, no ha sido imposible - entre aplausos se retira - un problema menos - piensa - ahora a ver en donde meto toda esa basura que ya no está en la calle.
Un aplauso Andresín excelente el Post... Es una utopía que puede llegar a ser realidad
ResponderEliminarGracias loco ... es uno de los posts qué más he gozado escribir! Quien quita y algún día esto se dé. No cuesta nada soñar.
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