martes, 8 de julio de 2008

Quito Corazón!!!... Artículo de Revista Estadio

Por Sylvia Gómez Bowen. Fotos: RPA

Deportivo Quito es protagonista de un fenómeno social admirable: hace 40 años no gana un título, pero el romance entre el equipo y su gente se mantiene inalterable.


En los graderíos, año tras año, se escucha a la fiel hinchada azul grana entonar el clásico: “¡Y dale, y dale, y dale Quito, dale!”

Con banderas, camisetas, pitos, bombos y cualquier instrumento que sirva para alentar, hacen sentir su presencia al son de: “Sí, sí señores, yo soy del Quito. Sí, sí señores de corazón. ¡Porque este año, desde la Plaza, desde la Plaza… saldrá el nuevo campeón!”.

Así, año tras año. Y ya son cuatro décadas desde la última vez que el equipo de la “Plaza del Teatro” tuvo la copa en sus manos.

No obstante, ellos, los hinchas, se mantienen al pie del cañón, mientras todos se preguntan la razón por la cual “los del Quito insisten en sufrir”.

La mayoría de fanáticos de Sociedad Deportivo Quito jamás ha visto a su equipo ser campeón. Pero al conversar con ellos, en los estadios, en las calles, uno llega a la conclusión de que “Los Chullas”, son hombres y mujeres de fe: creen sin ver.

¿Qué pasaría si el equipo consiguiera un título? Seguramente la hinchada se triplicaría en número y sumaría nuevas pasiones a las ya existentes. “¡Quito Corazón!” es el grito de los hinchas que se agolpan en la general oriental del Olímpico Atahualpa, donde se agolpan los fieles azul granas.
“La hinchada es el patrimonio más grande que tiene la institución”, dice Luis Fernando Saritama, el jugador insignia de los últimos años. “Ellos son fieles y demuestran su amor asistiendo a los estadios, apoyando al equipo”.

Esa es la realidad visible del Deportivo Quito, el amor de su gente, amor que lo levanta en cada tropiezo y que celebra cada éxito que consigue.

Pasión inexplicable
Estos hombres y mujeres de todas las edades, forman una masa azul y roja, que no teme expresar devoción por su equipo. “Querer al Quito es algo inexplicable. Querer a un equipo sin haberlo visto campeón una sola vez, eso es amor, es amor puro y verdadero”, comenta el hincha José Garzón.
Ese amor es incondicional y a prueba de balas, no disminuye, no muta, no se acaba. Quizá la ausencia de títulos, sea lo que mantiene vigente la expectativa.

“Sigo siendo del Quito aunque no gane, porque mantengo todos los años vivo un sueño”, comenta Darwin Borja.
Otro ingrediente importante que mantiene viva la ilusión, es la disputa con su eterno rival: Liga Deportiva Universitaria de Quito “Yo me hice hincha del Quito por llevarle la contraria a mi hermano, hincha de Liga”, completa Darwin.

Su caso es parecido al de muchos otros, que aseguran que el amor por su equipo, es diferente al de los “noveleros de la Liga”.

Los motivos del antagonismo con el equipo albo, responden al fervor que desde hace mucho tiempo despiertan ambos equipos en la capital.

“Nosotros nunca hemos visto campeón al Quito y seguimos aquí. No somos como los aniñados de Liga, que la mayoría son hinchas por moda”, señala Clara López, quien asiste religiosamente a ver a su equipo. Para esta fanaticada, Deportivo Quito, es un integrante más de la familia.

Tres barras, un amor
“La Culta Barra”, “La Barra de las Banderas” y la inquieta “Mafia Azul Grana”, son las tres barras que hinchan por el Quito.

El primer grupo de hinchas en mostrar su fidelidad, fue la “Culta Barra”. Se ubica en la parte baja de la tribuna del Estadio Atahualpa. Nació en los años setenta, con la unión de un grupo de jóvenes colmados de la “sal quiteña”. Estos compusieron cánticos repletos de un “vocabulario florido”, gracias al cual recibieron su nombre. En la actualidad, los cultos veteranos mantienen la alegría y las gargantas listas para soltar “algún cariñito al equipo rival”, asegura el hincha Carlos Pástor.

Los hijos de los “cultos hinchas” y los nuevos fanáticos chullas, decidieron independizarse y formar una nueva barra, que se ubique en lugares más populares. Marlon López fue quien confeccionó las primeras banderas gigantes y gracias a ellas, fueron bautizados como La Barra de las Banderas. Consiguieron un bombo, para hacer ruido y apoyar. Lograron llamar la atención de los jugadores del equipo, que hasta el día de hoy les brindan su saludo en cada partido.

En los años noventa, la Academia, como se conoce al equipo entre su gente, sumó nuevos y jóvenes seguidores. Estos entusiastas tomaron posesión de la parte inferior de la general oriental del Atahualpa, bajo la Barra de las Banderas. El objetivo fue agrandar el apoyo a Deportivo Quito. Hoy son los más entusiastas, acompañan al equipo de la Plaza del Teatro en cada partido y muestran una fuerza admirable, que no decae nunca. También forman parte de proyectos en pro del equipo “Estos guambras de la Mafia, son los más dedicados”, afirma José Montalvo, de la Barra de las Banderas. Los integrantes de la Mafia cantan y brincan con ansiedad, quieren con el alma que el equipo quede campeón. “El Quito es la vida, la Mafia vive solo por el Quito, hacemos todo por este equipo, que nos da alegrías y penas, pero que nos mantiene vivos”, exclama “Byron Meiden”, director del grupo, que sin duda, es el más apasionado.
La dirigencia comprende el cariño y los apoya: “Las Barras son el alma del Quito, sin ese amor que demuestran, otra sería la historia”, asegura Fernando Herrera, Presidente del Club. “Ahora, la institución ha crecido, los jugadores se han preparado, tenemos un gran técnico. Llegó el momento para que Deportivo Quito sea más ambicioso en el juego y obtenga los títulos que se le han escapado. Así podremos devolver a los hinchas un poco del cariño y el trabajo que hacen”.
En esta temporada los hinchas del “Quito Corazón” esperan cortar el maleficio y dejar de comer ansias, porque el amor que sienten necesita una recompensa.

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