jueves, 2 de octubre de 2008

Juego (Parte final)

Prosigo – Te elegí por una corazonada para que seas la víctima, tu cara tenía la señal, esa forma de ver, de sonreír. Estabas en una de esas páginas de Internet en las que la gente carga sus fotos, su descripción, sus pensamientos, su vida. A través de ella pude conocer muchos datos tuyos.. tu correo electrónico, hasta el número de tu celular. Me parecía increíble y hasta tentadora tu inocencia, tu confianza en el género humano. Un poco para quebrantártela fue que te elegí... El resto de la historia ya la conoces. – Permaneces silente. Quisiera saber qué estás pensando – por favor – dices – déjame salir de aquí te juro que no tomaré represalias, sólo déjame libre – tu voz empieza a quebrarse, una suerte de encanto morboso se despierta en mí – por favor ni siquiera he visto tu cara, no sé en verdad quién eres, a qué te dedicas, no podría acusarte, sólo déjame libre – En eso tienes razón digamos que todavía no he llegado al punto de no retorno.. podría por ende salir ahora mismo.. tomar un baño .. incluso podría ir a trabajar ante la sorpresa de mis compañeros y jefes que sabían que no iba a ir este día.. podría olvidarlo todo... podría seguir navegando por la red mientras simulo que trabajo. Podría... pero hay algo que me detiene. Por las fotos que pude ver sé que hoy por hoy vives sola y que no sería nada raro para la gente que te conoce que desaparezcas un día de la semana pues pudiste irte de juerga. Al parecer no eres una persona importante para nadie, quizás por eso se te hace más extraño que alguien te haya secuestrado, nadie debe estar buscándote. De hecho tu teléfono al que tantas veces llamé con las grabaciones y mensajes intimidantes no ha sonado desde que lo tengo en mi bolsillo... ni siquiera un mensaje. El sol sigue entrando en picada por la ventana de la casita abandonada y se filtra también por la hendiduras del techo y de ciertos tramos de pared que tienen pequeños agujeros, la casa toma un tinte rojizo en su interior... El sol cae vertiginoso sobre el arma. La santifica. La recarga. Todavía no he querido tocarla. Sé que por más sol que tome seguirá estando fría. Debe estar siempre fría para que pueda hacer la descarga con toda la fuerza y la concentración del caso... un arma no se puede dar el lujo de dudar. La miro y te miro a ti de forma intercalada... haciendo un movimiento que me recuerda a la gente cuando mira un partido de tenis. Es una situación casi risible. Mientras tus ruegos hacen eco en mis oídos camino ceremonialmente hasta el arma... la tomo ... te apunto.. me apunto... te vuelvo a apuntar... me acerco. Lloras. Esto no puede seguir. Disparo a la ventana como quien busca revancha contra el sol que a fin de cuentas no me alumbró como esperaba. El estruendo te estremece y estallas también. Gritas. Por un momento has perdido toda tu vida... has regresado al tiempo en el que eras una niña. El sacudón te bota al suelo. Mis aficionados movimientos me hacen apuntarte nuevamente con torpeza pero con cierta rapidez y entonces el momento fatídico. Me veo en el espejo, desalineado, ojeroso, armado. Estallo. Suelto un disparo más contra mi propia imagen y todo termina... por el sacudón empiezas a soltarte con desesperación. Corro. Escapo. Creo que para este momento ya debes haberte liberado. Debes estar viendo si logras encontrarme... mi carrera me abre paso entre la maleza y continúo sin parar. El arma viene conmigo como única cómplice. Tomo el auto al cual te subí luego de que te desmayaras y te tomara con los mismos brazos que te propinaron el golpe que provocó el desmayo. Y entonces nada... llegar a casa.. tomar el baño planeado... correr a la oficina a sorprender a todos. Nadie se lo imagina. Así como yo no me imagino desde ahora mi vida sin ti. Fue demasiado intenso. Dejaré pasar un poco de tiempo y tal vez intente ser tu amigo y tal vez algún día me tengas la confianza para contarme lo que te pasó hace poco tiempo cuando temiste que ese momento incomprensible sea el último de tu vida. Ya en el baño del edificio de oficinas tomo un poco de agua en mis manos .. me lavo la cara y miro las gotas que resbalan sobre mi piel y se deslizan curvilíneamente sobre la enorme sonrisa que todo esto ha pintado en mí.

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